”El once de septiembre se renovó la fuerza de la corriente de lava. De Santa Catalina cayó sobre Maso, quemó y cubrió totalmente la aldea precipitándose luego como una catarata de fuego en el mar.” Estas fueron las palabras que el cura de Yaiza, Don Andrés Lorenzo Curbelo, utilizó para describir en su diario la que fue la primera de toda una serie de erupciones que entre los años 1730 y 1736 devastaron y sepultaron bajo un mar de lava una cuarta parte de la isla de Lanzarote, en el archipiélago de las Canarias.
Si no habéis estado nunca en Lanzarote, y más en concreto en el Parque Nacional de Timanfaya, su paisaje volcánico es digno de las pesadillas de los libros de Lovecraft, constituyendo un entorno que parece sacado de otro planeta. Una vez en el parque podemos ver como de vez en cuando surge de ese mar pétreo un cono volcánico con una geometría perfecta. Asimismo, la lava escavó multitud de túneles que recorren todo el subsuelo del parque internándose kilómetros y kilómetros en el mar. Un espectáculo inigualable y único en el mundo.




